bien ufano y contento,
con un queso en el pico,
estaba el señor Cuervo.
Del olor atraído,
un Zorro muy maestro
le dijo estas palabras
un poco más o menos:
¡Tenga usted buenos días
señor Cuervo , mi señor!
¡Vaya que estáis donoso,
mono, lindo en extremo!
Yo no gasto lisonjas,
y digo lo que siento;
que si a tu bella traza
corresponde el gorjeo,
juro a la diosa Ceres,
siendo testigo el cielo,
que tu seras el Fénix de
sus vastos imperios
Al oír un discurso
tan dulce y halagüeño
de vanidad llevado,
quiso cantar el Cuervo.
Abrió su negro pico,
dejó caer el queso.
El muy astuto zorro,
después de haberle preso,
le dijo: Señor bobo,
pues sin otro alimento, quedáis
con alabanzas tan hinchado y
repleto,digerid las lisonjas
mientras yo digiero el queso
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